AUTORRETRATO http://07
24.3.07
  23 de marzo 07, viernes.

Cumple de Elena. Fuimos hasta Punta del Este con Cori, y volvimos a Montevideo como a las 2 a.m. Julio manejó y yo dormí. Soy una horrible copilota, en cuanto un auto va por la carretera, me quedo frita (a menos que maneje yo, claro). Julio no quiso quedarse a pasar el fin de semana porque iba a encontrarse en el puerto del Buceo con el mecánico del Sur para afinar el motor.
























































































































































































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23.3.07
  22 de marzo 07, jueves.

fac
























































































































































































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22.3.07
  21 de marzo 07, miércoles.

Llegamos a Montevideo a eso de las 8 a.m. y me pasé gran parte del día actualizando el autorretrato. Sofi llegó al mediodía del trabajo con fiebre y llagas en la garganta, así que fuimos a ver a Cori que estaba de guardia y le mandó un antibiótico. Está en la cama y se siente muy mal. Sofi tiene ese tipo de anginas dos o tres veces por año.

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21.3.07
  20 de marzo 07, martes.







































De nuevo fui al centro a terminar de conseguir los encargues de Alejandro. Cuando salí del hotel no llovía, así que decidí no llevar el paraguas para no cargar tanta cosa. Fui caminando porque era temprano y me gusta caminar, reconocer los rincones de la ciudad, los olores. Porto Alegre tiene un olor típico, por lo menos en el centro. Es un olor a comida, a aceite frito, medio indefinido, un tanto rancio. Pero no es desagradable. Caminé por el bajo y llegué al centro, y dando vueltas y preguntando encontré la mejor casa de música (donde también vendían partituras). Compré todo lo que necesitaba y decidí dar una vuelta por los museos y las tiendas del centro. Cuando salí de la casa de música, llovía torrencialmente. Yo andaba cargada de bolsas, porque en el trayecto ya había caído en una compulsión consumista y había comprado unas cuantas cosas que me parecían divinas y muy baratas, pero que ya empezaban a pesarme. Caminé como pude, guareciéndome bajo los techos de los comercios, entrando a alguna galería cuando la lluvia arreciaba. Mis pies estaban empapados, porque entre las piedras del piso de la plaza Alfándega se formaban charcos enormes y como yo no iba mirando para abajo sino que miraba los edificios, las tiendas, la gente, por supuesto que metí los pies en charcos más de una vez. Así que al entrar en una zapatería para protegerme de un chaparrón me compré unas sandalias. Y otras para Sofi. Claro, todo estaba en liquidación. Y todo era tan lindo. Reconocí a tiempo una nueva compulsión a la compra y para frenarla me dirigí velozmente hacia el MARGS donde pude dejar las bolsas y los paraguas (me había comprado dos, uno en la urgencia y otro porque me gustó) en portería y recorrer una exposición de fotografías. Eso me calmó. Usé los baños, que son limpios y blancos; y comí una torta de chocolate y tomé un café en el bar, que también es limpio pero no blanco. Después decidí no mirar más tiendas sino recorrer el centro y la cidade baixa, pero las bolsas me pesaban y los paraguas me molestaban (había salido el sol y de los charcos de la calle se levantaban nubes de vapor) y tenía mucho calor, así que caminé un poco de acá para allá, pero sin mucho entusiasmo, como para cumplir. Me acordé que al final de Andradas estaba el Museo do Trabalho, y que el director era Hugo Guzmán, un amigo de Eduardo y de María Luiza. Me encaminé hacia ahí a visitarlo y ver algo de arte en el museo. Llegué al museo casi arrastrando las bolsas y usando los paraguas nuevitos como bastones. Por suerte encontré a Hugo, charlamos, quedamos en vernos, y cuando le pregunté si sabía algo de Eduardo, me dijo que estaba en el museo! Como no había llevado el teléfono de Eduardo no había podido comunicarme con él, lo que me daba mucha pena. Me quedé un rato visitando el museo y a mis amigos, y después tomé un taxi para volver al hotel a hacer las valijas porque en unas dos horas volvíamos a Montevideo. Antes de terminar de arreglar la ropa en la mochila me desplomé en la cama, cansada.






























































































































































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  19 de marzo 07, lunes.



































































































































































































Me desperté una hora antes de llegar a Porto Alegre. Llovía. Siempre duermo mal en esos coches cama, pero esta vez dormí como una piedra. Cuando llegamos al hotel Julio se fue a la reunión y yo estaba tan descansada y era tan temprano que subí al décimo piso y fui a correr a la cinta una hora. Después me duché y llamé al teléfono que me había pasado Fernando Lindote del Torreão, en Porto Alegre y hablé con Jailton. Quedamos en que yo fuera a conocer el lugar después das duas da tarde. Finalmente, Jailton es amigo de Eduardo, el amigo de Hugo y de María Luiza y también mi amigo y también amigo de Fernando Lindote, el artista brasilero que recién nombré y que vive en Florianópolis. Y todos nosotros vivimos un buen tiempo en la frontera Rivera-Livramento. Jailton no. Fui al centro y me empapé porque no paró de llover, y era una lluvia constante, no diluvio pero tampoco llovizna. Por suerte no hacía frío. Anduve por las casas de instrumentos musicales, tenía que comprar unas cosas que me había encargado Ale para su saxo. Cuando vi a un hombre vendiendo paraguas, me abalancé sobre él como si el suyo fuera el último paraguas del mundo y se lo compré. Me tomé un taxi y fui hasta el Torreão y conocí a Jailton, conocí el lugar (que está muy bueno, aunque en ese momento no había ninguna exposición, Jailton me mostró unos videos con registros de las actividades de años anteriores) y volví al centro caminando –para conocer un poco más la ciudad- y aunque tenía el paraguas me empapé de nuevo porque no paró de llover.

Después fuimos a cenar a un lugar donde hacían espeto de pastas. Una delicia. Interminable. Demasiada comida.




































































































































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TERESA PUPPO 2007

Nombre: Teresa Puppo
Ubicación: Montevideo, Uruguay
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