Demasiado calor otra vez pero me di cuenta tarde, así que corrí con Yaguá los 10 km que me impuse y después la llevé a uno de los muelles del Paseo de los Pescadores. El agua estaba verdeazulada, transparente, fresca. Yaguá nadó y yo metí los pies en el agua para refrescarme un poco. No había llevado malla, así que me quedé con las ganas de nadar. Volví muerta, hecha sopa, y después de ducharme salí a la vereda. El barrio estaba revolucionado. La cuadra, en verdad. Todos mirando como limpiaban la casa del hombre que vive al lado de lo de Vero, un tipo más que raro. El hombre tiene como 5 casas por este barrio, y por ahí dicen que era estudiante de medicina y que un día enloqueció. La cabeza no le dio para más. Se volvió bichi, se viste con ropa que recoge por ahí, y exhala un olor que se siente desde lejos. Es inofensivo, aunque no lo parece. Mide como dos metros y es un hombre fornido, de unos cuarenta y pico de años. Cabello lacio, castaño, el gesto serio y una mirada perdida quién sabe donde. No sé si es lampiño o se afeita, pero no usa barba ni bigote. Camina encorvado, arrastrando los pies, como si los zapatos despanzurrados que usa le quedaran grandes. Siempre lleva consigo alguna bolsa. El hombre junta basura en sus casas. En todas. Claro, hay coleccionistas de cualquier cosa, pero de basura es realmente raro. Nadie puede creerlo. Hoy se llevaron tres camiones llenos de basura y dicen los de la empresa que tienen trabajo ahí como para veinte días. Allanaron la casa con orden judicial. Los vecinos no lo soportaban más. El olor, las cucarachas, las ratas, las pulgas.

Pienso ahora si no estamos viendo el prototipo del hombre contemporáneo. Es que todos juntamos “basura” (sin usar el concepto basura de forma estricta como “lo que se barre”, puesto que él tampoco junta ese tipo de basura, sino que se apropia de deshechos, objetos rotos, pedazos de máquinas viejas, cartones, bolsas usadas, ropas y trapos viejos, etc., etc.) Nuestra basura –pensamos- no huele mal, no es antiestética, vieja, rota, roña. Supongo que para él es al revés. Supongo que su basura le gusta y odia la nuestra, o por lo menos no le interesa. No le interesa un perfume caro, la ropa de marca, joyas, chucherías, zapatos, medias de lino, corbatas de seda italiana, muebles, alfombras, una cocina nueva decorada con lo último, ni un lavavajillas, ni un baño con piscina templada, una lancha, un crucero por el Caribe o por el Mediterráneo, una cena en el restaurante de moda, un trago en el boliche top. Ni un buen vino, ni una cerveza helada, ni una Coca Cola, capaz que ni un chocolate suizo. Ni hablemos de la “basura informática”: un nuevo diseño de cámaras web, un ultra sofisticado teléfono, un nuevo Mouse óptico inalámbrico, etc., etc., etc. La lista debe ser interminable. Y hay “basura” para todos los gustos y para las distintas posibilidades económicas. Los objetos de consumo adoptan formas y precios muy democráticos. Son accesibles a (casi) todos. Pero a él no le interesa nada de lo que a cualquier persona “civilizada” le podría seducir. Nuestra “basura” no lo seduce. Lo seduce la otra, la que nadie quiere, la rechazada, la inmundicia. Si todos fuéramos como él, chau al consumo, al imperio de los que nos imponen modas y marcas y deseos de poseer cada objeto lindo e inútil que vemos. Y tenerlo. Y mirarlo. O comerlo. O beberlo. Y querer otro y otro y otro. O aparecerían multinacionales produciendo ese tipo de "basura"??? Y escucharíamos algún slogan en un tono similar: "no se pierda la pecera rota con pescaditos muertos, tenemos peceras de todos los diseños y colores, con hongos, sin hongos, con cadáveres de pescaditos en plena evolución o disecados; no se pierda esta única oportunidad y personalice su pecera rompiéndola usted mismo, elija los cadáveres y el punto exacto de descomposición que combine con los restos de sillas y sillones desvencijados de su baldío".

El otro día vi unos escarpines Nike para bebés. Y unos zapatitos. Divinos, claro.

Etiquetas: enero 07

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