Día de los trabajadores. Un feriado feriadísimo. Asado al mediodía. El tiempo se aguantó justito y empezó a llover cuando ya habíamos terminado el postre. Hice un flan que me quedó mal, pasado, con agujeritos, horrible, pésimo, cero para abajo; ahora se queda en penitencia, vaya y repítalo cien veces, haga cien flanes temblorosos, que sean suaves, sin agujeritos, suaves y cremosos, y después se los come. Todos. A ver si aprende que no hay que olvidarse del flan en el horno –con el horno prendido, claro. Lo bueno que a todos les encantó. O lo malo, porque demuestra que la mayoría de la gente sobrevive con el paladar pervertido. Cuando empezó a gotear nos fuimos para adentro, miramos una peli en la tele y de noche fuimos a lo del Turco y Charo.
Etiquetas: mayo
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