Casi me olvido de que había cambiado la hora con Gabriela, mi psicóloga. Siempre voy los martes, pero como este martes fue feriado, la cambiamos para el miércoles. Llegué temprano, toqué el timbre y me senté en el muro a esperar. Miré para abajo. El piso. Me distraje y seguí con la cámara las piedras, las hojas, las baldosas, las roturas, los remiendos de las veredas. No sé, me provocaban una sensación de ternura. Como las nubes, a veces. Cuando levanté la vista me encontré con Gabriela que había salido a la vereda porque había escuchado el timbre pero yo no le contestaba.
Etiquetas: mayo
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