Jota subió con Julio y me daba agua con la jeringa. Mi boca estaba toda tajeada y con sangre seca donde iba cicatrizando. Si sonreía se volvían a abrir los tajos (de cualquier forma, no había mucha cosa que me hiciera sonreír). Soy super sedienta, comúnmente tomo más de 2 litros de agua por día además de los líquidos que puedan contener las comidas. Que me dieran 2 litros de agua por un tubo que se comunicaba con mi arteria o vena o yo qué sé -ni me importaba, claro- no me consolaba ni arreglaba la sequedad de mi garganta, de la boca, de los labios.
Creo que volé con la morfina. Volvía al CTI de a ratitos. Estuve en otros lugares, en un apartamento en POA que tenía un balcón que daba a una rambla igual a la de Pocitos, yo subía engañando al portero y encontraba una niñita que era Sofía pero de chiquita, y estaba ahí como la hija de esa familia, así que me la llevé y tuve que escapar y esconderme porque me buscaban por rapto, pero Sofi era mía. María Luisa me ayudaba a esconderme. Descubrí un plan de los japoneses donde te regalaban unas tarjetas con las que hablabas a todo el mundo apretando un botón, todo gratis, y pasaban todo el día música alienante y todos los niños y adolescentes en vez de usar pasta base se morían de tanto escuchar música. Robaban tarjetas y todo era un caos, porque con tu tarjeta podías interferir en las de las demás, etc. Era la sofisticación de los celulares.
Etiquetas: agosto
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