Salí a correr para no empezar el día con obligaciones. Desestresarme antes de empezar es lo mejor. Corrí cuatro kilómetros. Me cansé. Era lo que quería. Cansarme físicamente. Al volver a casa regué, puse ropa a lavar, lavé las copas de la noche anterior, cociné arroz. Almorcé con Sofi. Después me fui a dar vueltas, todo se junta a fin de año. La pelotuda de la telefonista de informes de guía me dio una dirección errada así que me hizo caminar como diez o doce cuadras de más. “Tranquila, no tenés apuro”, pensé intentando disfrutar de la caminata. Pero continuó la vida con intensidad; fac, vueltas en el centro. A las cinco llegué al taller de Lenora. Estuvo muy bueno. Otra vez.
Etiquetas: diciembre
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